Imagínese esto: su jefe anuncia un nuevo plan para reorganizar la oficina, específicamente, donde las personas se sientan y trabajan, para mejorar la colaboración y el flujo de trabajo entre los miembros del equipo. Escuchas mientras ella habla, pero cuanto más escuchas, peor crees que es su idea. Mientras asiente con la cabeza, su cerebro grita: “¡Esto detendrá el trabajo! ¡No podré concentrarme en un espacio completamente abierto junto a mis colegas más chatos!
Entonces, ¿qué haces? ¿Le dices a tu supervisor que no estás de acuerdo o lo dejas pasar?
Nadie quiere ponerse del lado malo del jefe, pero hay cosas peores que hablar. Como, no hablar en absoluto cuando sabes que tu jefe está a punto de hacer el ridículo porque no tenía todos los hechos.
Casi todas las relaciones jefe-empleado están influenciadas por un conjunto de acuerdos no escritos y no escritos. Uno de los más fuertes para los gerentes es este: "Nunca culparé a mi empleado por corregirme si hacerlo me impide parecer estúpido a mi jefe".
Aprender a estar en desacuerdo con tu superior sin insultarlo es una de las habilidades laborales más importantes que jamás aprenderás. De hecho, ¡incluso podría hacerte ascender! Es importante tener en cuenta estas dos cosas antes de hacerlo:
1. Sacar el ego de la ecuación
Es importante hacer una distinción entre cuando no está de acuerdo con su jefe porque él o ella no tiene todos los hechos o porque es una cuestión de opinión. Si él es un experto en el tema y usted no lo es, no lidere diciendo que no está de acuerdo. En cambio, pídale a su supervisor que le explique su pensamiento. Primero, esto muestra que permites la posibilidad de que sea tu falta de conocimiento en juego. Segundo, puedes aprender algo nuevo. Y tercero, si aún no está de acuerdo, al menos tendrá toda la información.
Digamos que caes en esa tercera categoría: es puramente una cuestión de opinión, pero todavía estás seguro de que tu camino es mejor. ¿Cómo debes proceder?
Para comenzar, pregúntese: "¿No vale la pena estar en desacuerdo con esto?" Si no influye en usted, no hará que su jefe se vea estúpido o no le hará daño a nadie (especialmente al cliente). Por ejemplo, incluso si cree que no debería servir exactamente el mismo almuerzo en cada reunión de la junta, los miembros de la junta no vendrán por la comida, por lo que no es el fin del mundo.
2. Considere las consecuencias
Pero a veces, dejarlo pasar no es una opción. (Por ejemplo, si su jefe sugiere cortar un pequeño aspecto de su programa, que sabe que es muy querido por los clientes). Comience por hacer preguntas abiertas. Intente: “¿Estaría abierto a una sugerencia de una forma diferente de abordar esto?” O aún más simple: “¿Puedo descartar una idea diferente?” Si él o ella dice “no”, déjalo ir. Es una buena indicación de que él o ella no sería receptivo a su enfoque de todos modos.
También es importante sopesar las consecuencias de lo que sucederá si no habla. Cuanto más grave es la consecuencia, más importante es para usted ser firme y estar dispuesto a arriesgarse a sobrepasar.
Comience explicando sus intenciones y luego comparta su opinión. Una vez vi a una amiga que era gerente de proyectos en un gran trabajo con millones de dólares en juego pacientemente (y repetidamente) explicarle a su cliente que si no hacían algo de la forma que ella sugería, su cliente se arriesgaba a perder mucho dinero. Ella comenzó con: "Establezco una regla para no estar en desacuerdo con mis clientes a menos que sepa que están sugiriendo algo que les costará más de lo que quieren gastar, esta es una de esas veces". A partir de ahí, compartió su opinión. . Podría adoptar este mismo enfoque con su jefe si preveía consecuencias para su plan propuesto.
Finalmente, no piense que los hechos de una discusión hablarán por sí mismos, rara vez lo hacen. Las decisiones y los desacuerdos son acciones humanas y, por lo tanto, siempre están sujetos a las emociones humanas. No tienes que cantar Kumbaya o tratar de ser demasiado amable, pero es importante tener en cuenta las emociones y los sentimientos cuando no estás de acuerdo con alguien, especialmente si esa persona es tu jefe.