El lugar de trabajo típico se trata de hacer todo lo más rápido posible. Y todos hemos tenido días en los que pasamos cada segundo corriendo de una tarea a otra, tratando de asegurarnos de que todo se hizo perfectamente, solo para encontrarnos fallando.
Sin embargo, como dice el viejo refrán, hecho es mejor que perfecto. ¿No nos crees? Jessica Banks y Mihae Mukaida de RockPaperBot explican por qué a veces es más inteligente entregar las tareas a otra persona, y por qué su propio tiempo es un bien valioso que no debe desperdiciarse en la búsqueda de la perfección.